miércoles, 23 de octubre de 2013

Joselito, Belmonte y la revolución de la arquitectura en Sevilla

Las primeras décadas del siglo XX fueron un periodo apasionante para la ciudad de Sevilla. Una exposición que estos días se celebra a caballo entre la Alameda y Triana nos acerca a esta época de transformaciones desde una perspectiva diferente: la Tauromaquia. La edad de oro del toreo, auspiciada por Joselito el Gallo y Juan Belmonte, trascendió a otros aspectos de la sociedad hispalense, entre los que se encuentra la arquitectura. 


Cartel de la exposición
Dos toreros, dos maneras de entender la vida, dos barrios, una ciudad. Si mezclamos todos estos ingredientes tenemos como resultado "Joselito y Belmonte, una revolución complementaria (1914-1920)". Se trata de una interesante exposición para la que el ICAS ha utilizado dos sedes: el antiguo convento de Santa Clara, en la Alameda, antiguo barrio de El Gallo, y el castillo de San Jorge en Triana, zona de la ciudad que fue cuna de Juan Belmonte. 
La muestra nos presenta a estas dos figuras del toreo como los precursores de la tauromaquia moderna, los impulsores de una revolución que estaba presente en otros muchos campos de la sociedad sevillana de esta época. La ciudad vivió en esto años previos a la Exposición Universal de 1929 una profunda transformación urbanística que también estuvo vinculada al mundo del toro. 
Monumental y perspectiva del barrio de Nervión
En la exposición podemos ver algunas fotos de la desaparecida plaza de la Monumental, coso vinculado a la figura de Joselito. Son muchos los sevillanos que desconocen que Sevilla contó con dos plazas de toros. La Monumental fue construida en el incipiente barrio de Nervión en 1918. Su vida fue efímera, porque problemas estructurales llevaron a cerrarla al público solo tres años después. La plaza fue completamente derribada en 1930. La Monumental era el doble de grande que la Maestranza y fue el gran fracaso arquitectónico de José Espiau, el arquitecto que todos conocemos por ser autor del Hotel Alfonso XIII.
Construir una plaza de toros para Joselito el Gallo solo fue una muestra de las grandes locuras que la sociedad sevillana emprendió en las primeras décadas del siglo XX. Muchos arquitectos y urbanistas plantearon al Consistorio la necesidad de hacer una ciudad moderna, fuera del casco histórico, cuyas calles estrechas resultaban incómodas para los nuevos vehículos motorizados que empezaban a proliferar. 
Restos de la Monumental en Avenida  Eduardo Dato
Frente a la Plaza de Toros de la Monumental el gran Aníbal González empezó a construir un nuevo templo de dimensiones catedralicias, la Basílica de la Milagrosa, equivalente a la Sagrada Familia de Barcelona (si quieres saber más sobre este proyecto lee el post "Cosas sin terminar" ). De esta manera, Nervión hubiera sido un nuevo centro para Sevilla, con una nueva Catedral, una plaza de toros y viviendas más cómodas y espaciosas. El plan era abandonar un casco histórico viejo e incómodo, tal y como se hizo en Barcelona dejando el Barrio Gótico y construyendo una nueva ciudad en el Ensanche. 
Lo único que nos queda de la Monumental, que fue templo de Joselito el Gallo, es un trozo de una de sus puertas, que se conserva en la Avenida de Eduardo Dato frente al parque de la Buhaira.



En definitiva, la visita a la exposición "Joselito y Belmonte, una revolución complementaria" nos acerca a un periodo interesantísimo de la Historia de nuestra ciudad y a estas dos grandes figuras del toreo. Los amantes del arte podrán disfrutar de dos maravillosos retratos que Ignacio Zuloaga dedicó al Pasmo de Triana. Los cofrades "hartibles" admirarán los capotes de ambos toreros transformados en sayas de las dolorosas de la Macarena y el Patrocinio. 

La muestra estará abierta hasta el 15 de diciembre y el horario de ambas sedes, en el Espacio santa Clara y el castillo de San Jorge, es de martes a sábado de 10 a 14 horas y de 17 1 20. Los domingos el horario es de 10 a 14. Los sevillanos no pagan entrada.  Para más información podéis hacer clic sobre el siguiente enlace

viernes, 21 de junio de 2013

Cristina, María Antonieta y el asunto del collar

Cristina y María Antonieta comparten muchas cosas. Aunque a las dos les separan 200 años, ambas pertenecen (la segunda, por su marido) a la familia Borbón. Una dinastía que no ha aprendido una valiosa lección a lo largo de su Historia: el asunto más anecdótico, puede llevarte a la ruina. 


La infanta Cristina
La historia de Cristina, las fincas y el DNI, va camino de convertirse en el culebrón del verano, aún cuando éste todavía no ha comenzado. Sin duda, nadie puede resistirse a una opereta tan interesante.Más cuando se tiene un narrador de dicción tan sugerente como la del ministro Montoro. La de su tatatatarabuela María Antonieta (sí,  la de la guillotina) también tuvo todos los ingredientes de folletín enrevesado en el que vale la pena detenerse por unos instantes. 

Pongámonos en situación. Corría el año 1782 y unos prestigiosos joyeros parisinos no paraban de lamentarse por su mala suerte. Reinando Luis XV, el riquísimo monarca había encargado para su amante el más lujoso collar de diamantes que había existido nunca. Ya fue mala suerte que el rey se muriera y nunca pudiera recoger el encargo. Los joyeros se lo ofrecieron al sucesor del fallecido monarca, Luis XVI. Pero, a pesar de que a su mujer, María Antonieta, le encantaba el susodicho collar, consideraron que era demasiado caro (ya existía por entonces la austeridad) y no lo llegaron a comprar. 

María Antonieta de Francia
Una antepasada de Bárcenas, la condesa de Valois de la Motte, vió en este hecho un negocio  o timo, según se quiera llamar, seguro. Se plantó ante un cardenal que por entonces andaba enemistado con la reina y le dejó caer, así, como quien no quiere la cosa, que si el prelado le prestaba el dinero del collar a la reina, esta intrigaría para hacerlo primer ministro de Francia. La condesa, que aseguraba ser amiga íntima de María Antonieta, consiguió engañar al pobre cardenal, que le prestó el dinero con el que supuestamente obtendría el favor de la esposa de Luis XVI.. Cuando todo el asunto se descubrió, la Valois ya estaba muy lejos, en Inglaterra, con el collar. María Antonieta montó en cólera porque habían usado su nombre para consumar una estafa. Pero aireando el asunto solo consiguió desprestigiar su imagen ante el pueblo, que vio reflejados en estos acontecimientos las corruptelas e intrigas de la Corte de Versalles. En definitiva, todo este asunto, el del collar de la reina, fue considerado el detonante de lo que ocurriría solo siete años después, con el comienzo de la Revolución Francesa.
El collar de la reina

Si algo tendrían que haber aprendido los Borbones a lo largo de estos siglos, es que el acontecimiento más superficial, la anécdota más insignificante, puede desatar la tormenta. Juan Carlos pareció captar la idea cuando una inoportuna caída en África le retiró el favor popular. Los españoles en eso nos parecemos a los franceses de finales del XVIII. Podemos perdonar un yerno ladrón, un Jefe de Estado con cuentas en Suiza o un monarca que cobra comisiones por mediar en operaciones financieras. Pero no, lo de cazar elefantes con una princesa alemana, son palabras mayores. 
Pero el fenómeno parece haberse extendido a otras zonas del mundo. Los turcos se levantan contra su gobierno porque tratan de destruir un parque en Estambul. Los brasileños se tiran a la calle por la subida del precio del autobús. No es que el mundo este loco, el hecho es que la sociedad se despierta. Y, en estas etapas, las de cambio de ciclo, los acontecimientos más mínimos, la circustancia más anecdótica desata un huracán de consecuencias inesperadas. 
Un collar de diamantes provocó la caída del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea. ¿Cuál será la gota que colme el vaso en esta ocasión? ¿Qué  acontecimiento hará colapsar nuestro actual sistema para dar comienzo a una nueva etapa?

martes, 14 de mayo de 2013

España, diagnóstico: asesinato

"Entre todos la mataron y ella sola se murió" La España nacida de la Transición muestra la sintomatología de un moribundo. Ya son pocos los que se atreven a negar su carácter terminal. ¿Quién es el responsable de este desaguisado? ¿Los políticos? ¿la monarquía? ¿los sindicatos? ¿Merkel? Agatha Christie bien podría publicar una nueva versión de Diez negritos en 2013.

Comenzamos la semana con unos sondeos electorales que demuestran que algo se está moviendo en este país. Ese bipartidismo, que había funcionado como un reloj suizo durante los últimos 35 años, ya no da más la hora. Los ciudadanos han dejado de creer en un PP-PSOE que vive sus horas más bajas y comienzan a explorar nuevas recetas. IU y UPyD suben espectacularmente. El voto en blanco alcanza cotas hasta hace poco inimaginables.
Sondeo de Metroscopia para El País. Mayo de 2013.

Los partidos hasta ahora mayoritarios sufren una división interna sin precedentes. La propia maquinaria de la partitocracia oculta esa guerra fratricida que viven populares y socialistas, pero las evidencias no dejan de mostrarse ante nuestros ojos. A Esperanza Aguirre no le tiembla la voz a la hora de decir que el PP no tiene un problema de comunicación, sino de convicción, la convicción del ministro de Hacienda. El presidente gallego Núñez Feijoo tampoco se corta a la hora de criticar a sus compañeros de partido. Tanto más cuando han salido a la palestra unas fotos suyas con un narcotraficante hace más de 20 años. Unas instantáneas que salen a la luz en una coyuntura extraña, pasadas las elecciones. En un momento que parece pensado más que para beneficiar a la oposición, para truncar su carrera de ascenso dentro de su propio partido.
¿Quién filtró las imágenes de Feijoo con un narco?
El principal partido de la oposición está en un estado todavía más desastroso. Con un secretario general incapaz de ejercer algo que se parezca al liderazgo y la tibieza de quien quiere contentar a todos sin disgustar a nadie. La indefinición ha alcanzado cotas surrealistas en Cataluña, donde el juego de la "puta y la Ramoneta" puede llevar a los socialistas a la tumba.
¿Es posible la fragmentación de los dos grandes partidos? El futuro nos lo dirá. Algo que nos parece imposible en este momento quizás nos parezca normal en el futuro. No sería extraño que viviéramos una escisión de la derecha liderada por la rama más conservadora del Partido Popular. Tampoco sería imposible que las desavenencias catalanas llevaran al colapso socialista. 
Entonces, ¿qué podemos esperar del futuro? Seamos realistas. Asumámoslo.  No podemos seguir actuando como el protagonista de Psicosis y hacer como que no percibimos el insoportable hedor del cadáver de nuestra madre, España. La Democracia ha muerto, viva la Democracia. Reinventémosla. 
Si las previsiones que nos auguran los últimos sondeos se cumplen, ninguno de los partidos representados en el Parlamento logrará la mayoría necesaria para formar un gobierno.Quizás el escenario más recomendable sea un gobierno de concentración nacional en el que estén representados todos y que abra un periodo de reflexión constituyente que nos lleve hacia un nuevo periodo. Suena a ciencia ficción, pero el estado de emergencia nacional que vivimos nos hará vernos en esta situación  más tarde o más temprano. 

lunes, 25 de febrero de 2013

La soledad del poder

Se ha hablado mucho sobre la "erótica del poder", pero son pocos los que han reflexionado sobre su antónimo. ¿Están solos nuestros líderes? ¿Siente Rajoy la mirada inquisidora de sus compañeros de partido?  Cuando alguien es poderoso tiene dudas hasta de su sombra. Existe un momento en el que esa soledad es todavía más acusada. Ocurre un instante antes de que el árbol caiga. Todo el mundo da un paso atrás para que el batacazo no se los lleve por delante.

Aznar y Aguirre durante la votación para reelegir a Rajoy 
¿Se puede obligar a dimitir a un líder? La Historia nos regala numerosos ejemplos. En España, sin ir más lejos, Adolfo Suárez tuvo que renunciar después de que una fallida moción de censura presentada por los socialistas evidenciara la falta de apoyos en su propio partido. Hasta la todopoderosa Margaret Tatcher fue obligada a abandonar el número 10 de Downing Street después de que sus compañeros el partido conservador la presionaran. 
Mariano Rajoy sabe que tiene a los enemigos en casa. La verdadera oposición no es un partido socialista débil y quemado. Sus principales oponentes tienen despacho en Génova, 13. Ya se lo demostraron en 2008 en el Congreso de Valencia. Rajoy había perdido sus segundas elecciones frente a Zapatero.  Aznar, que cuatro años antes lo había nombrado sucesor, parecía dar muestras de arrepentimiento. Todos tenemos en  el recuerdo la entrada triunfal entre aplausos de José María Aznar en el plenario del Congreso y el gesto feo de negarle el saludo a su delfín. 
Pero Rajoy salió reforzado de Valencia, donde logró zafarse del aznarismo. Desde entonces puso en práctica una nueva manera de ejercer el poder: el liderazgo delegado. Rajoy no impone su voluntad de manera directa en ninguno de los ámbitos de su vida. Para controlar el partido tiene a Dolores de Cospedal. Para controlar el gobierno tiene a Soraya Sáenz de Santamaría. Son dos manos derechas que, según dicen las malas lenguas, no se llevan nada bien. 
Si alguien quisiera debilitar al presidente, sabe que para ello debe pasar por encima del cadáver de su Secretaria General. No es extraño, por tanto, que los papeles de Bárcenas hayan buscado poner en duda, no solo la credibilidad de líder del PP, sino también de su número 2. Y los recientes acontecimientos le han hecho mucho daño a la presidenta castellanomanchega. Los españoles estamos acostumbrados a tener un premier no muy dado a las apariciones públicas. Pero esa carencia venía compensada por una "superwoman" capaz de presidir una comunidad autónoma, ser secretaria general de un partido y comparecer cada día ante los medios de comunicación. Por eso no puede sino extrañarnos que en las últimas semanas Cospedal esté desaparecida
¿Concluirá Rajoy la legislatura? Aunque parezca difícil no es imposible. El presidente es un maestro en el arte de la espera. Los mayores éxitos de su trayectoria política se basan en la paciencia. Esa parece su estrategia en el momento actual. Absoluto silencio. ¿Funcionará? Los españoles estamos acostumbrados a dejar pasar, pero ¿lo permitirán desde fuera? Ya tenemos la experiencia en Italia de un presidente europeo que incomodaba a los mercados y fue invitado gentilmente a abandonar el sillón. 


martes, 19 de febrero de 2013

Este país es una ruina

España es un enfermo en estado terminal. El Estado sufre un fallo multiorgánico que no deja títere con cabeza. Nuestro país es uno de esos edificios vetustos y monumentales, en los que el hedor de los sótanos hace muy difícil la vida diaria, en los que la inestabilidad de los cimientos hace peligrar su estructura. Si no confiamos en la monarquía, ni en el Gobierno, ni en la oposición, ni en la Justicia, ¿en quién creemos?
Torre España entre nubes

En este Blog de arquitectura hemos dedicado muchas líneas a la construcción de grandes edificios, pero nunca a su destrucción. El tema que nos ocupa hoy es precisamente éste, cuando esas grandiosas arquitecturas que tanto nos han impresionado, colapsan y caen. Nos ocurrió hace algunos años con las Torres gemelas de Nueva York, dos potentes edificios que simbolizaban el triunfo del capitalismo sobre todas las cosas. De un día para otro, un horrible atentado terrorista acabó con ellas.

El colapso de la estructura política de España es algo diferente. Más que un derrumbe repentino, es un proceso paulatino de deconstrucción que sigue el ejemplo de Ferrán Adriá. Un (mal) día dejamos de creer en la Justicia cuando nos enteramos de que el presidente del poder judicial se pegaba la vida padre a nuestra costa. Poco después nos enteramos de que el yerno rubísimo y guapísimo del Rey de España no era precisamente el marido que queríamos para nuestras hijas. Más desilusión sentimos cuando nos enteramos de que Juan Carlos era mejor suegro que rey. La desconfianza ciudadana se extendió como un cáncer de mama, desde el seno del Gobierno hacia el principal partido de la oposición, de ahí a los sindicatos y a la patronal de empresarios. En el día de hoy ya no se puede hablar de cáncer, lo que vive nuestro país es una auténtica metástasis.

Inauguración Exposición Iberoamericana 1929
No es la primera vez que esta casa de vecinos que es España se derrumba y vuelve a ser reconstruida. España tuvo unos felices años 20 en el pasado siglo XX que se parecieron mucho a nuestra década de los 90 e incluso la de 2000. El paralelismo entre ambas épocas es realmente asombroso. En los dos periodos Sevilla y Barcelona fueron sede de sendos eventos grandiososos destinados a hacer creer a la ciudadanía que se vivía una época dorada. Mientras había dinero, nadie se preocupaba por cuestionar un sistema político putrefacto. En el caso de los años 20, la dictadura de Primo de Rivera, en esta época más reciente, el bipartidismo resultante de la Transición.

Los españoles ya no creen en los partidos políticos. Tampoco confiamos en el sistema de las autonomías. Los hasta hace poco orgullosos juancarlistas se esconden debajo de las piedras. Si el edificio se derrumba, ¿dónde nos cobijamos los ciudadanos? Creo que los habitantes de esta casa ya nos hemos dado cuenta de que es necesario coger las herramientas y ponernos a trabajar en la reforma de nuestra vivienda. El problema es ¿qué tipo de edificio queremos construir? ¿Usaremos ladrillo o piedra? ¿Cuántas plantas queremos levantar?
Seamos sinceros, los ciudadanos de este país no tenemos mucha experiencia en esto de levantar arquitecturas políticas. La Transición no fue construida por el pueblo. Nuestra Constitución es una vivienda prefabricada que los políticos hicieron para nosotros y en la que hemos vivido con más o menos comodidad los últimos 30 años. Ha llegado la hora de ponernos el mono de faena y trabajar en la reconstrucción de nuestra casa. ¿Seremos capaces de crear un gran edificio donde todos vivamos cómodos?

martes, 20 de noviembre de 2012

España y Portugal, ¿una unión soñada?

Es recurrente la reflexión sobre lo poco que sabemos los españoles sobre nuestros vecinos portugueses. Estando tan cerca, tenemos un profundo desconocimiento profundo sobre su lengua, su Historia y su Cultura, siendo estas tan cercanas a la nuestra. Sorprende aún más cuando en muchos momentos diferentes España y Portugal estuvieron a punto de convertirse en un solo país.

Isabel, reina de Portugal e Infanta de Castilla
Hace algo más de 500 años, el destino frustró la unión de  dos naciones. Fernando e Isabel, los Reyes Católicos tuvieron cinco hijos, cuatro infantas y un solo varón, el príncipe Juan, destinado a ser su heredero. El príncipe Juan murió muy joven, pasando el título de princesa de Asturias a su hermana mayor, la Infanta Isabel, que estaba casada con el rey Manuel de Portugal. Isabel recibió la noticia de que iba a ser reina de España y Portugal estando embarazada de su hijo, el príncipe Miguel de Paz. Durante el parto, Isabel muere. El bebe que nace se convierte en heredero de ambas coronas, la de España y la de Portugal. Miguel de Paz continúa la maldición familiar, muriendo con tan solo dos años en la ciudad de Granada. Si ese niño que jugó en los jardínes de la Alhambra hubiera llegado a ser adulto, habría heredado España, Portugal y todas las posesiones de ambos reinos en América, África y Asia.

Felipe II, rey de España y Portugal
Fue el bisnieto de los Reyes Católicos, Felipe II el que cumplió el sueño de unificar España y Portugal. Tras la muerte del rey Sebastián I sin descendencia, Felipe se convierte en rey de Portugal, por ser hijo de Isabel de Avís. Durante los  60 años trascurridos entre 1580 y 1640, España y Portugal comparten tres reyes: Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Bajo el reinado de este último, Portugal proclama su independencia y se aleja de la órbita hispánica.
Pero el sueño de crear un Estado Ibérico no concluyó con esto. La Historia fue mucho más allá. En la época de Napoleón Bonaparte, España y Portugal compartieron el  sufrimiento de la invasión francesa. La Familia Real española fue apresada por el emperador francés y recluida en el Castillo de Bayona. Juan VI de Portugal aprendió de los errores de su vecino y cuñado Fernando VII y puso tierra de por medio. En 1810 huye con su esposa, Carlota Joaquina de España, y sus hijos a las colonias de Brasil. Años más tarde, la caída de Napoleón permitió la vuelta de la Familia Real lusa a Lisboa. Su hijo Pedro, que había vivido en Río de Janeiro la mayor parte de su vida, quiso permanecer en América. Allí, pocos años después, declara la independencia de Brasil, proclamándose emperador de los brasileños.
Pedro I pudo ser rey de España, Portugal y Brasil
Pedro I de Brasil fue un monarca moderno y Constitucional. Todo lo contrario que su tío Fernando VII en España. Los liberales españoles vieron en Pedro I el candidato perfecto a convertirse en monarca de una nueva nación: rey de España, Portugal y Brasil, emperador de Iberia. Así se lo propuso Mendizábal a Pedro I. Nuestro famoso Mendizábal, el de la Desamortización, tiene el honor de ser la única persona que ha sido sucesivamente ministro de Hacienda en tres países diferentes: Brasil, Portugal y España. El sueño del estadista se vio frustrado por la muerte repentina de Pedro I.
Tras Mendizábal han sido muchas otras las personas que han soñado con España y Portugal unidas. Blas Infante, el padre de la patria andaluza. José Saramago, el portugués canario de Granada. Y aquí estamos siglos después, en el mismo punto. España y Portugal comparten el drama de la crisis. El presidente español pide auxilio a Brasil, la economía emergente más importante de América Latina. Eso sí, nuestras fronteras siguen pareciendo un gran abismo. La Historia se repite una y otra vez. Si hace unos siglos españoles y portugueses compartimos reyes, en 2012, volvemos a ser gobernados por la misma persona: Angela Merkel.


martes, 30 de octubre de 2012

Un matrimonio de desconocidos


Llevan siglos engañándonos. Desde hace cientos de años nos vienen con el rollo de las almas gemelas. El primero en vendernos la moto fue Platón, con su teoría de que somos seres incompletos, divididos en dos mitades condenadas a encontrarse (o no) por azar. Del resto del trabajo se encargó Hollywood y la sensiblería de las películas románticas. ¿Existe tu media naranja?

El matrimonio que nunca fue
En Cádiz existe un perturbante ejemplo de cómo el engaño llega a todos los ámbitos. Si visitáis su Museo Arqueológico no pasaréis de largo por dos de sus piezas más impactantes: dos sarcófagos de época fenicia, la tumba de un hombre y de una mujer, dispuestas la una junto a la otra. Aún hoy, muchas personas las llaman "el matrimonio del museo de Cádiz", pasando por alto el "insignificante" detalle de que casi medio siglo de vida (o muerte) separa a ambas esculturas.
El arqueólogo Pelayo Quintero
La historia de este extraño matrimonio comienza en 1887, cuando el arqueólogo Pelayo Quintero descubre un sarcófago fenicio con forma humana y rostro barbado. Se trataba de un hallazgo único. Todavía hoy, en 2012, solo se han encontrado diez esculturas de estas características en todo el mundo. Aquel encuentro supuso un punto de inflexión en la Historia de la arqueología y también en la vida de Quintero. El arqueólogo, quizás siguiendo la máxima "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer" se empeñó en pensar que debía existir una compañera femenina para aquel misterioso fenicio barbado. Y así comenzó su búsqueda, prologada durante décadas, de un sarcófago femenino que hiciera pareja con el ya encontrado. Pelayo murió sin cumplir su sueño algunos años después. La sorpresa vino casi un siglo después del primer hallazgo. En 1980, en el trascurso de una excavación, aparece un sarcófago femenino en la ciudad de Cádiz. ¿El lugar? Justo debajo de la casa donde Quintero había vivido. Algunos, incluso, se atreven a señalar que el lugar del descubrimiento estaba situado justo debajo del dormitorio o incluso de la cama del arqueólogo. Cuenta la leyenda que la dama se aparecía en sueños a su buscador, sin que ese supiese interpretar el mensaje. Pelayo buscó por todo Cádiz, menos en el lugar que estaba bajo sus pies.
Cuando el sarcófago femenino apareció, todo el mundo estuvo de acuerdo en que se trataba de la esposa del primero. Sin embargo, estudios posteriores separan ambas esculturas en casi cuarenta años, lo que hace poco probable esta suposición. Pero el destino ha querido hacer de estos dos desconocidos un matrimonio que se muestra bien avenido frente a los visitantes que pasan por el Museo de Cádiz. ¿Qué ocurrirá cada noche cuando las luces se apagan en el arqueológico gaditano? ¿Discutirán? ¿Le echará en cara él a ella su relación secreta con el arqueólogo que tenía su cama justo por encima de su cabeza? ¿Le reprochará ella a él los siglos que estuvo sola bajo tierra?
La Historia hace parejas extrañas. Y de igual manera la Historia nos demuestra que puede existir el amor entre dos desconocidos. Pelayo Quintero se enamoró de la idea de una dama fenicia a la que persiguió toda su vida sin conocer. Los gaditanos se han enamorado de la idea de un matrimonio que nunca fue tal. 
Un consejo: si aún no habéis encontrado vuestra media naranja, mirad debajo del colchón, porque quizás os pase como al arqueólogo gaditano y esté más cerca de lo que pensáis.