miércoles, 28 de diciembre de 2011

Nadar en la superficie

Este es un blog de arquitectura muy peculiar. Hecho por un apasionado de la arquitectura que no es arquitecto. Escrito por un constructor de palabras que aún no es periodista. Construido por un artista frustrado que en algún momento se hizo historiador del arte. Por eso no podía dejar de acercarme a la arquitectura a través de la pintura y buscar en ello la arquitectura de mi interior...
Casi todo el mundo conoce el Pop Art, ese amable y publicitario estilo artístico de los años 60, con latas de sopa de tomate, cuadros multicolores de actrices de Hollywood y cómics enmarcados. El Pop Art quizás sea el estilo artístico más genuinamente americano. Refleja perfectamente lo que fue la sociedad de aquel momento y quizás también la actual. Pero no solo los estadounidenses lo cultivaron, y muchos europeos se vieron pronto atrapados por él. El británico David Hockney fue uno de ellos. Cuando llega a los Estados Unidos comienza a reflejar lo que significa para él California: la luz, la modernidad, el consumo, la publicidad, el estilo de vida, su Arquitectura.
Quizás su cuadro más conocido de este periodo sea A Bigger Splash. Una composición sencilla, a base de líneas planas. Un trampolín, una piscina, una moderna y sencilla vivienda de una planta, el cielo azul y luminoso y dos palmeras que rompen la horizontalidad. Todos elementos secundarios y accesorios que no logran distraernos del verdadero protagonista de la obra. ¿Una persona? No la vemos. Está zambullida debajo del agua. Pero ha dejado su huella en la superficie, un gran "splash".

Este cuadro ha fascinado a generaciones de artistas. Pedro Almodovar hace un genial homenaje a Hockney en La Mala Educación, cuando Gael García se tira a la piscina por encima de la cabeza de Fele Martínez.

En la Arquitectura de mi interior también hay una gran piscina. Este cuadro la retrata. A mi no me podréis ver pero estuve en él hace solo un segundo, el chapuzón os da la pista. Yo estoy abajo, en las profundidades. Ese siempre ha sido mi lugar. Ese ha sido siempre mi defecto. Incapaz de nadar en la superficie. Siempre exigiendo a los demás que se tiren de cabeza. El cuadro de Hockney encierra en su aparente simpleza una tarea compleja. "Me llevó dos semanas pintar un evento que dura dos segundos", dijo el pintor. Quizás sería mucho más fácil quedarse siempre en la superficie. Sentarse en el trampolín y jugar a chapotear. Disfrutar con las ondas que se dibujan sobre el agua. Bucear es incómodo. Si pasas demasiado tiempo debajo del agua llega un momento que no puedes respirar. Cuando uno se tira demasiadas veces de cabeza en una piscina acaba agotado, cansado de realizar tanto esfuerzo para nada. 
Todo es mejor para la gente que permanece en el borde de la piscina, al calor del sol, sin descubrir que hay en lo profundo, sin descubrirse tampoco a los demás.
Las ventanas de la casa de Hockney reflejan el exterior, unas palmeras, unos edificios, pero no nos da ninguna pista de lo que hay dentro. Tengo que encargar unos cristales como estos. Está claro que es muy útil eso de que nadie pueda adivinar lo que hay en tu Arquitectura de interior. Pero creo que para eso ya es tarde...
No me busquéis por un tiempo porque no me váis a encontrar. Estaré una temporada en el fondo de la piscina. Y aunque parezca por ello que me encuentro en las profundidades, nada más lejos de la realidad. Estaré en la superficie, más que nunca. Aunque la arquitectura de mi interior tendrá esta vez unos amplios ventanales de cristales tintados.