jueves, 27 de enero de 2011

Cosas sin terminar

¿Alguna vez has dejado algo inacabado? ¿Ha habido alguna ocasión en la que has pronunciado la frase "ya lo terminaré mañana" y finalmente no lo has hecho? Yo vivo en la ciudad de las cosas que nunca se concluyeron. La ciudad de las arquitecturas inconclusas...
Sevilla tuvo un gran arquitecto: Aníbal González, el Gaudí sevillano, el gran artífice de la exposición del 29. Esta, que es una ciudad ingrata, solo le conoce por la joya de la corona de su gran legado: la plaza de España. Pero Aníbal tenía en su cabeza de genio otros muchos proyectos, ideas que nunca llegaría a realizar. En el interior del parque de la Buhaira aún se ven los cimientos de la que iba a ser la gran Basílica de la Inmaculada  Milagrosa. Una inmensa plaza de 120 metros de diametro daría entrada a un templo neogótico con una fachada de 45 metros de altura, flanqueada por dos torres de 100 metros cada una, que rivalizarían con la propia Giralda. La Milagrosa hubiese sido nuestra Sagrada Familia. Sin embargo, el templo expiatorio sevillano corrió peor suerte que el catalán. Y es que los barceloneses han sabido sacar un importante rédito de esto de lo "inacabado", convirtiendo a la Sagrada Familia en el monumento inconcluso por antonomasia. ¿Se concluirá algún día la basílica catalana? Las reglas del marketing no lo permiten. ¿Qué turista quiere ver un templo ya concluido?
Pero volvamos al proyecto sevillano... Aníbal se encontró con muchos contratiempos a la hora de comenzar su obra, de la que solo llegó a alzar los cimientos, que aún podemos ver los sevillanos. Solo uno de estos contratiempos fue insuperable: la muerte. El 31 de mayo de 1929 ésta sorprendió al singular arquitecto.
Probablemente poco antes el maestro se encontraría ante su mesa de trabajo, concluyendo los planos para la Basílica. Le faltarían unos simples trazos para culminar la forma apuntada de una ventana, o la línea de curva de uno de los pilares que sustentaban el cimborrio. Era tarde, se hacía denoche y Aníbal dijo: "mañana lo terminaré". Y su obra quedó inconclusa... Para siempre.
Y es que Sevilla es una especialista en esto de no acabar nunca las grandes cosas. Creo que todos nosotros, cómo buenos sevillanos (también los de otras ciudades), nos empeñamos cada día en dejar cosas sin concluir.
No nos damos cuenta de lo importantes que son los finales hasta que no los tenemos. Toda historia necesita de un comienzo, un desarrollo y un fin. A todos nos ha pasado alguna vez que el final de un libro o de una película nos ha decepcionado, precisamente porque no había fin. ¿Y en el fin del amor? Aquel que siente que esa relación ha concluido lo supera rápidamente. Porque para él, la historia tuvo un principio, un momento de maravilloso desarrollo y un capítulo final. (También puede haber epílogos, pero todo el mundo sabe que segundas partes nunca fueron buenas). Todos necesitamos un tiempo de duelo. Días, semanas, meses, años que nos permiten asumir ese final que no hemos escrito. No te das cuenta de cómo ocurre, pero un día lo superas. Un glorioso día coges con fuerza la pluma y consigues escribir "FIN". Es cómo los segundos, los emocionantes segundos, que pasan desde que has terminado de leer un buen libro y el momento en el que cierras sus tapas para siempre. Si ha sido un buen libro levantarás la mirada, sonreirás y con una mezcla de pena y satisfacción lo darás por acabado.
Los finales son fundamentales. Hay quien nunca puede escribir un final. Unos padres que han perdido una hija y que necesitan encontrarla para acabar las últimas frases de su biografía. Un amor que necesita saber porque le dejaron para cerrar capítulo e iniciar otra Historia. Alguien que necesita el paso del tiempo para atreverse a iniciar una nueva aventura. Todos necesitamos un final. Nadie quiere dejar su libro inacabado.
Pero hay historias que no tienen final... La de Aníbal no lo tuvo. O mejor dicho, tuvo uno de esos finales que no satisfacen a nadie.
Cada vez que paséis por la Buhaira acordaos de ese "the end" que nunca puedo escribir un genio. Tenéis que pensar: "él no pudo porque se lo impidió la muerte, pero yo aún puedo". Coged la pluma con fuerza y, si podéis, escribid un final feliz.

viernes, 14 de enero de 2011

Sevilla, la ciudad sobre palos

Todo buen arquitecto, incluso los de interiores, sabe que un edificio necesita unos buenos cimientos. Los cimientos de la Giralda, una torre de más de 90 metros, no llegan a los 9 metros de profundidad y para su elaboración de utilizaron los materiales de la Sevilla romana. Eso nos da una idea fidedigna de la personalidad de esta urbe.
"Sobre palos". De ahi viene el nombre de mi ciudad. La chauvinista mente de un sevillano puede imaginar el pasado glorioso de una gran urbe romana, una Híspalis pulcra y monumental, llena de mármoles y grandes templos. Pero ese papel estaba reservado a la vecina Itálica, cuna de emperadores. Nuestra Sevilla probablemente sería  una laguna hedionda, levantada en el lugar dónde hacía poco estaba el mar,  alzada sobre palos. Una Venecia de la Edad Antigua sobre el lago ligustino. His-palis, sobre palos. De ahi viene su nombre... Tampoco la llegada de los musulmanes nos trajo en un primer momento la grandeza de la capitalidad. La que ejercía como tal durante el califato era nuestra hermana Córdoba. Isbilyya era por entonces una ciudad comercialmente importante pero estaba eclipsada por la gran Córdoba, que por entonces era una de las grandes metrópolis mundiales. La gloria, sevillanos, nos llegó en barco a través del Guadalquivir. Una nueva dinastía procedente del norte de África viene a gobernar estas tierras de Al-andalus. Querían una comunicación directa entre este vergel de Andalucía y su capital africana, Marrakech. Las estrecheces del río arriba no permitían llegar a los barcos hasta la Córdoba califal, pero si hasta la comercial Sevilla. Por este motivo los almohades eligen a Isbilyya. La capital europea de su imperio a ambos lados del estrecho. La ciudad gemela de Marrakech, con edificios paralelos, con torres hermanas como la Giralda y la Kutubiyya.
Muchos siglos después, coronando ya aquella Giralda musulmana un símbolo cristiano, a Sevilla le llevaron nuevas glorias a través de su río. La ciudad, con sus más de cien mil habitantes a principios del siglo XVI, se convierte en la Nueva York de su época. Comerciantes de medio mundo, príncipes, eclesiásticos, aventureros, pintores, escultores y escritores se dan cita en una ciudad que se convierte en la capital cultural y económica del mundo. Ya nadie recuerda la época en la que la ciudad se levantaba sobre palos, aquella en la que era una laguna hedionda.
Y eso es lo que nos pasa en la actualidad. La mente del sevillano se ha quedado parada en aquel momento de glorias pasadas. No quiere reconocer sus orígenes humildes, como un nuevo rico que borra su pasado. Vive de las apariencias. Las eternas apariencias de esta ciudad están basadas en la fachada, en lo superfluo, en el escaparate. Quizás nos vendría bien asumir nuestras modestas raíces para así, con la seguridad que da el autoconocimiento, construir un futuro fuerte. Porque los cimientos que se asientan sobre la ficción, los castillos en el aire, no nos llevarán a ninguna parte, son fortalezas de naipes. Asentemos muy bien nuestra cimentación, afirmemos muy bien los palos sobre la laguna y a partir de ellos construyamos una Sevilla mejor, para nosotros, para el mundo.
Y de regalo os dejo un vídeo de una definición de qué es Hispalis, Isbilyya, Sevilla... Sevilla es un sentimiento.

viernes, 7 de enero de 2011

Liquidación por cierre

Pues ya acabó la Navidad y ahora... ¿ahora qué? Ahora... ¡Rebajas! ¿Os habéis dado cuenta de que todas nuestras festividades parecen girar en torno a un centro comercial? El 7 de Enero te vas a las rebajas y en la interminable cola para pagar conoces a alguien. Con un poco de suerte te regala algo para San Valentín y por supuesto compráis juntos el regalo del día del Padre. Estrenas ropa el Domingo de Ramos para que te vea guapo. El Lunes de Pescadito tienes que escaparte del trabajo a media mañana porque no sabes que ponerte. La Feria trae problemas, todo el mundo lo sabe, y acabáis rompiendo. Menos mal que tu madre te hace buenos pucheros para superar tu "depre" y para agradecérselo le haces un buen regalo del Día de la Madre. Cuándo te quieres dar cuenta estás nuevamente en otras rebajas, esta vez las de verano...
Pero, ¿existen rebajas para todo? Está claro que en el amor no.Todo el mundo sabe que las gangas son una leyenda urbana... Las cosas buenas, las cosas realmente buenas nunca están de rebajas. Al final lo más que te puedes llevar en esta vida es una tara... O a un tarado. Hay gente a la que esto parece no importarte y está continuamente de saldo. Los hay que salen a comprar con la idea de llevarse a casa una buena chaqueta de piel y, no saben como, acaban comprando una imitación en el Charco de la Pava. Lo peor es que en ocasiones podemos llegarnos a creer que nuestra imitación es auténtica. Y cuanto más te empeñas en justificar tu elección, más te mientes a ti mismo. "La marca es de verdad. Esto seguro que es robado". Afortunadamente siempre hay algún buen amigo que sabe decirte: "Chico, esa chaqueta (¿de verdad creeis que seguimos hablando de ropa?) no te queda bien".Y no, cuando pasa algún tiempo nos damos cuenta de que nuestra "ganga" no era tal y terminamos por arrinconarla en el armario.
Hay quién tarda en darse cuenta toda una temporada. Yo, lo confieso, me he acabado llevando a casa alguna que otra tara. Pero no tardo mucho en darme cuenta. En esto de las rebajas si algo no me convence no tardo mucho tiempo en largarlo.
Las rebajas son al final de la temporada. No quiero decir esto que yo esté terminándola. Pero bien es verdad que ya estamos en 2011 y que ya cargo a mis espaldas con muchos cambios de moda. Pero lo siento, no me resigno a recortar mi nivel de exigencia. No haré caso a los carteles de Rebajas y me dirigiré con paso decidido a los de "Nueva Colección". Porque realmente las prendas para toda la vida son una inversión. Si bien es verdad que conseguirlas requieren un esfuerzo. Requieren tiempo, paciencia, ganas y otros muchos factores que no sé si estoy dispuesto a asumir...

domingo, 2 de enero de 2011

Dualidades de año nuevo

Comienza un nuevo año y toca cambiar de agenda. Desde hace unos meses teníamos en el trabajo una nueva para ir anotando las tareas, reuniones y actividades que se iban cerrando. Hasta ahora esta agenda, la de mi trabajo, había sido la única. En ella apuntaba tanto mis asuntos laborales como los personales. Sin embargo, la semana pasada decidí comparme una moleskine roja para anotar las cosas que no tienen que ver con el trabajo. Así que, parece que tengo una doble agenda. Nunca había tenido la necesidad de tener dos, porque hasta ahora mi trabajo era una prolongación de mi vida... ¿Algo ha cambiado?
Los romanos tenían un Dios para el comienzo de año. Se llamaba Jano. De ahi lo de Jaunary, Enero, Gennaio, etc. Él tenía dos caras. Una que miraba hacia atrás, el año que acababa de concluir. Otra hacia el frente: los proyectos, las ilusiones, los sueños. Al igual que Jano miro hacia el futuro, pero no puedo evitar mirar hacia el pasado. Como él, estoy lleno de contradicciones.
Dejo atrás un 2010 que se ha convertido un año de dualidades. Un año en el que he tenido que hacer muchas cosas a la vez y en el que he tenido que estar en muchos sitios a un mismo tiempo. Compaginar estudios y trabajo,  trabajo con más trabajo, cenar con unos amigos y luego salir con otros. Buscar huecos imposibles para ver a la familia o para atender las tareas domésticas. Encontrar segundos más imposibles para desengañarme con el amor. Múltiples facetas que concurren en una misma persona, sí, la misma. Porque todas esas piezas componen mi yo y no siempre tienen que generar una confrontación.
Si bien es verdad que dentro de mi dualidad también hay contradicciones... No me gustas pero tonteo contigo. Si que me gustas, y por eso me peleo contigo. Esto no volverá a pasar, pero si que pasa. Ya no soy así, pero vuelvo a hacerlo. Busco otra cosa, pero hago lo contrario. Me quiero enamorar, pero me saboteo a mi mismo. Quiero conocerte, pero te pongo una barrera. Me quiero ir, pero me quedo. No lo aguanto más, pero no me queda más remedio. Dentro de un año no estaré aquí, pero en el fondo quiero quedarme. Quiero un cambio, pero no me muevo.
Un nuevo año siempre comienza con preguntas. ¿Dónde estaré el año que viene? ¿Encontraré lo que busco en estos doce meses? ¿Ocurrirá eso que quiero? ¿Quién estará a mi lado la próxima Nochevieja? El trascurso de esos 365 días nos puede sorprender más de lo que pensamos. En un año pueden cambiar mucho las cosas y encontrarnos en situaciones que no podíamos imaginar. Pero todos y cada uno de los momentos de este 2010 que se acabó, los malos, malísimos y los buenos, tenían que ocurrir. Son una pieza más de mi puzzle, una página más de mi calendario, una foto más en mi album.
Y todo lo que ocurra en este año estará plasmado en mis dos agendas. La del trabajo y la moleskine roja. Hemingway tenía una moleskine, y desde entonces estas libretas se han convertido en un símbolo para los periodistas. También pintores como Picasso o Matisse hacían sus apuntes en ella. Quizás la moleskine me sirva para reconciliar dos de mis facetas.
Comienzo 2011 con una doble agenda. Estudiante y trabajador, periodista y gestor cultural, fiestero y casero, enamoradizo y frío, promiscuo y monógamo, tradicional y vanguardista, conservador y progresista, solitario y sociable. En el 31 de Diciembre de 2011, junto a todas las preguntas con las que comienzo este año nuevo, apuntaré un deseo. En 2012, solo quiero tener una agenda. ¿Realmente quiero?