miércoles, 23 de octubre de 2013

Joselito, Belmonte y la revolución de la arquitectura en Sevilla

Las primeras décadas del siglo XX fueron un periodo apasionante para la ciudad de Sevilla. Una exposición que estos días se celebra a caballo entre la Alameda y Triana nos acerca a esta época de transformaciones desde una perspectiva diferente: la Tauromaquia. La edad de oro del toreo, auspiciada por Joselito el Gallo y Juan Belmonte, trascendió a otros aspectos de la sociedad hispalense, entre los que se encuentra la arquitectura. 


Cartel de la exposición
Dos toreros, dos maneras de entender la vida, dos barrios, una ciudad. Si mezclamos todos estos ingredientes tenemos como resultado "Joselito y Belmonte, una revolución complementaria (1914-1920)". Se trata de una interesante exposición para la que el ICAS ha utilizado dos sedes: el antiguo convento de Santa Clara, en la Alameda, antiguo barrio de El Gallo, y el castillo de San Jorge en Triana, zona de la ciudad que fue cuna de Juan Belmonte. 
La muestra nos presenta a estas dos figuras del toreo como los precursores de la tauromaquia moderna, los impulsores de una revolución que estaba presente en otros muchos campos de la sociedad sevillana de esta época. La ciudad vivió en esto años previos a la Exposición Universal de 1929 una profunda transformación urbanística que también estuvo vinculada al mundo del toro. 
Monumental y perspectiva del barrio de Nervión
En la exposición podemos ver algunas fotos de la desaparecida plaza de la Monumental, coso vinculado a la figura de Joselito. Son muchos los sevillanos que desconocen que Sevilla contó con dos plazas de toros. La Monumental fue construida en el incipiente barrio de Nervión en 1918. Su vida fue efímera, porque problemas estructurales llevaron a cerrarla al público solo tres años después. La plaza fue completamente derribada en 1930. La Monumental era el doble de grande que la Maestranza y fue el gran fracaso arquitectónico de José Espiau, el arquitecto que todos conocemos por ser autor del Hotel Alfonso XIII.
Construir una plaza de toros para Joselito el Gallo solo fue una muestra de las grandes locuras que la sociedad sevillana emprendió en las primeras décadas del siglo XX. Muchos arquitectos y urbanistas plantearon al Consistorio la necesidad de hacer una ciudad moderna, fuera del casco histórico, cuyas calles estrechas resultaban incómodas para los nuevos vehículos motorizados que empezaban a proliferar. 
Restos de la Monumental en Avenida  Eduardo Dato
Frente a la Plaza de Toros de la Monumental el gran Aníbal González empezó a construir un nuevo templo de dimensiones catedralicias, la Basílica de la Milagrosa, equivalente a la Sagrada Familia de Barcelona (si quieres saber más sobre este proyecto lee el post "Cosas sin terminar" ). De esta manera, Nervión hubiera sido un nuevo centro para Sevilla, con una nueva Catedral, una plaza de toros y viviendas más cómodas y espaciosas. El plan era abandonar un casco histórico viejo e incómodo, tal y como se hizo en Barcelona dejando el Barrio Gótico y construyendo una nueva ciudad en el Ensanche. 
Lo único que nos queda de la Monumental, que fue templo de Joselito el Gallo, es un trozo de una de sus puertas, que se conserva en la Avenida de Eduardo Dato frente al parque de la Buhaira.



En definitiva, la visita a la exposición "Joselito y Belmonte, una revolución complementaria" nos acerca a un periodo interesantísimo de la Historia de nuestra ciudad y a estas dos grandes figuras del toreo. Los amantes del arte podrán disfrutar de dos maravillosos retratos que Ignacio Zuloaga dedicó al Pasmo de Triana. Los cofrades "hartibles" admirarán los capotes de ambos toreros transformados en sayas de las dolorosas de la Macarena y el Patrocinio. 

La muestra estará abierta hasta el 15 de diciembre y el horario de ambas sedes, en el Espacio santa Clara y el castillo de San Jorge, es de martes a sábado de 10 a 14 horas y de 17 1 20. Los domingos el horario es de 10 a 14. Los sevillanos no pagan entrada.  Para más información podéis hacer clic sobre el siguiente enlace

viernes, 21 de junio de 2013

Cristina, María Antonieta y el asunto del collar

Cristina y María Antonieta comparten muchas cosas. Aunque a las dos les separan 200 años, ambas pertenecen (la segunda, por su marido) a la familia Borbón. Una dinastía que no ha aprendido una valiosa lección a lo largo de su Historia: el asunto más anecdótico, puede llevarte a la ruina. 


La infanta Cristina
La historia de Cristina, las fincas y el DNI, va camino de convertirse en el culebrón del verano, aún cuando éste todavía no ha comenzado. Sin duda, nadie puede resistirse a una opereta tan interesante.Más cuando se tiene un narrador de dicción tan sugerente como la del ministro Montoro. La de su tatatatarabuela María Antonieta (sí,  la de la guillotina) también tuvo todos los ingredientes de folletín enrevesado en el que vale la pena detenerse por unos instantes. 

Pongámonos en situación. Corría el año 1782 y unos prestigiosos joyeros parisinos no paraban de lamentarse por su mala suerte. Reinando Luis XV, el riquísimo monarca había encargado para su amante el más lujoso collar de diamantes que había existido nunca. Ya fue mala suerte que el rey se muriera y nunca pudiera recoger el encargo. Los joyeros se lo ofrecieron al sucesor del fallecido monarca, Luis XVI. Pero, a pesar de que a su mujer, María Antonieta, le encantaba el susodicho collar, consideraron que era demasiado caro (ya existía por entonces la austeridad) y no lo llegaron a comprar. 

María Antonieta de Francia
Una antepasada de Bárcenas, la condesa de Valois de la Motte, vió en este hecho un negocio  o timo, según se quiera llamar, seguro. Se plantó ante un cardenal que por entonces andaba enemistado con la reina y le dejó caer, así, como quien no quiere la cosa, que si el prelado le prestaba el dinero del collar a la reina, esta intrigaría para hacerlo primer ministro de Francia. La condesa, que aseguraba ser amiga íntima de María Antonieta, consiguió engañar al pobre cardenal, que le prestó el dinero con el que supuestamente obtendría el favor de la esposa de Luis XVI.. Cuando todo el asunto se descubrió, la Valois ya estaba muy lejos, en Inglaterra, con el collar. María Antonieta montó en cólera porque habían usado su nombre para consumar una estafa. Pero aireando el asunto solo consiguió desprestigiar su imagen ante el pueblo, que vio reflejados en estos acontecimientos las corruptelas e intrigas de la Corte de Versalles. En definitiva, todo este asunto, el del collar de la reina, fue considerado el detonante de lo que ocurriría solo siete años después, con el comienzo de la Revolución Francesa.
El collar de la reina

Si algo tendrían que haber aprendido los Borbones a lo largo de estos siglos, es que el acontecimiento más superficial, la anécdota más insignificante, puede desatar la tormenta. Juan Carlos pareció captar la idea cuando una inoportuna caída en África le retiró el favor popular. Los españoles en eso nos parecemos a los franceses de finales del XVIII. Podemos perdonar un yerno ladrón, un Jefe de Estado con cuentas en Suiza o un monarca que cobra comisiones por mediar en operaciones financieras. Pero no, lo de cazar elefantes con una princesa alemana, son palabras mayores. 
Pero el fenómeno parece haberse extendido a otras zonas del mundo. Los turcos se levantan contra su gobierno porque tratan de destruir un parque en Estambul. Los brasileños se tiran a la calle por la subida del precio del autobús. No es que el mundo este loco, el hecho es que la sociedad se despierta. Y, en estas etapas, las de cambio de ciclo, los acontecimientos más mínimos, la circustancia más anecdótica desata un huracán de consecuencias inesperadas. 
Un collar de diamantes provocó la caída del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea. ¿Cuál será la gota que colme el vaso en esta ocasión? ¿Qué  acontecimiento hará colapsar nuestro actual sistema para dar comienzo a una nueva etapa?

martes, 14 de mayo de 2013

España, diagnóstico: asesinato

"Entre todos la mataron y ella sola se murió" La España nacida de la Transición muestra la sintomatología de un moribundo. Ya son pocos los que se atreven a negar su carácter terminal. ¿Quién es el responsable de este desaguisado? ¿Los políticos? ¿la monarquía? ¿los sindicatos? ¿Merkel? Agatha Christie bien podría publicar una nueva versión de Diez negritos en 2013.

Comenzamos la semana con unos sondeos electorales que demuestran que algo se está moviendo en este país. Ese bipartidismo, que había funcionado como un reloj suizo durante los últimos 35 años, ya no da más la hora. Los ciudadanos han dejado de creer en un PP-PSOE que vive sus horas más bajas y comienzan a explorar nuevas recetas. IU y UPyD suben espectacularmente. El voto en blanco alcanza cotas hasta hace poco inimaginables.
Sondeo de Metroscopia para El País. Mayo de 2013.

Los partidos hasta ahora mayoritarios sufren una división interna sin precedentes. La propia maquinaria de la partitocracia oculta esa guerra fratricida que viven populares y socialistas, pero las evidencias no dejan de mostrarse ante nuestros ojos. A Esperanza Aguirre no le tiembla la voz a la hora de decir que el PP no tiene un problema de comunicación, sino de convicción, la convicción del ministro de Hacienda. El presidente gallego Núñez Feijoo tampoco se corta a la hora de criticar a sus compañeros de partido. Tanto más cuando han salido a la palestra unas fotos suyas con un narcotraficante hace más de 20 años. Unas instantáneas que salen a la luz en una coyuntura extraña, pasadas las elecciones. En un momento que parece pensado más que para beneficiar a la oposición, para truncar su carrera de ascenso dentro de su propio partido.
¿Quién filtró las imágenes de Feijoo con un narco?
El principal partido de la oposición está en un estado todavía más desastroso. Con un secretario general incapaz de ejercer algo que se parezca al liderazgo y la tibieza de quien quiere contentar a todos sin disgustar a nadie. La indefinición ha alcanzado cotas surrealistas en Cataluña, donde el juego de la "puta y la Ramoneta" puede llevar a los socialistas a la tumba.
¿Es posible la fragmentación de los dos grandes partidos? El futuro nos lo dirá. Algo que nos parece imposible en este momento quizás nos parezca normal en el futuro. No sería extraño que viviéramos una escisión de la derecha liderada por la rama más conservadora del Partido Popular. Tampoco sería imposible que las desavenencias catalanas llevaran al colapso socialista. 
Entonces, ¿qué podemos esperar del futuro? Seamos realistas. Asumámoslo.  No podemos seguir actuando como el protagonista de Psicosis y hacer como que no percibimos el insoportable hedor del cadáver de nuestra madre, España. La Democracia ha muerto, viva la Democracia. Reinventémosla. 
Si las previsiones que nos auguran los últimos sondeos se cumplen, ninguno de los partidos representados en el Parlamento logrará la mayoría necesaria para formar un gobierno.Quizás el escenario más recomendable sea un gobierno de concentración nacional en el que estén representados todos y que abra un periodo de reflexión constituyente que nos lleve hacia un nuevo periodo. Suena a ciencia ficción, pero el estado de emergencia nacional que vivimos nos hará vernos en esta situación  más tarde o más temprano. 

lunes, 25 de febrero de 2013

La soledad del poder

Se ha hablado mucho sobre la "erótica del poder", pero son pocos los que han reflexionado sobre su antónimo. ¿Están solos nuestros líderes? ¿Siente Rajoy la mirada inquisidora de sus compañeros de partido?  Cuando alguien es poderoso tiene dudas hasta de su sombra. Existe un momento en el que esa soledad es todavía más acusada. Ocurre un instante antes de que el árbol caiga. Todo el mundo da un paso atrás para que el batacazo no se los lleve por delante.

Aznar y Aguirre durante la votación para reelegir a Rajoy 
¿Se puede obligar a dimitir a un líder? La Historia nos regala numerosos ejemplos. En España, sin ir más lejos, Adolfo Suárez tuvo que renunciar después de que una fallida moción de censura presentada por los socialistas evidenciara la falta de apoyos en su propio partido. Hasta la todopoderosa Margaret Tatcher fue obligada a abandonar el número 10 de Downing Street después de que sus compañeros el partido conservador la presionaran. 
Mariano Rajoy sabe que tiene a los enemigos en casa. La verdadera oposición no es un partido socialista débil y quemado. Sus principales oponentes tienen despacho en Génova, 13. Ya se lo demostraron en 2008 en el Congreso de Valencia. Rajoy había perdido sus segundas elecciones frente a Zapatero.  Aznar, que cuatro años antes lo había nombrado sucesor, parecía dar muestras de arrepentimiento. Todos tenemos en  el recuerdo la entrada triunfal entre aplausos de José María Aznar en el plenario del Congreso y el gesto feo de negarle el saludo a su delfín. 
Pero Rajoy salió reforzado de Valencia, donde logró zafarse del aznarismo. Desde entonces puso en práctica una nueva manera de ejercer el poder: el liderazgo delegado. Rajoy no impone su voluntad de manera directa en ninguno de los ámbitos de su vida. Para controlar el partido tiene a Dolores de Cospedal. Para controlar el gobierno tiene a Soraya Sáenz de Santamaría. Son dos manos derechas que, según dicen las malas lenguas, no se llevan nada bien. 
Si alguien quisiera debilitar al presidente, sabe que para ello debe pasar por encima del cadáver de su Secretaria General. No es extraño, por tanto, que los papeles de Bárcenas hayan buscado poner en duda, no solo la credibilidad de líder del PP, sino también de su número 2. Y los recientes acontecimientos le han hecho mucho daño a la presidenta castellanomanchega. Los españoles estamos acostumbrados a tener un premier no muy dado a las apariciones públicas. Pero esa carencia venía compensada por una "superwoman" capaz de presidir una comunidad autónoma, ser secretaria general de un partido y comparecer cada día ante los medios de comunicación. Por eso no puede sino extrañarnos que en las últimas semanas Cospedal esté desaparecida
¿Concluirá Rajoy la legislatura? Aunque parezca difícil no es imposible. El presidente es un maestro en el arte de la espera. Los mayores éxitos de su trayectoria política se basan en la paciencia. Esa parece su estrategia en el momento actual. Absoluto silencio. ¿Funcionará? Los españoles estamos acostumbrados a dejar pasar, pero ¿lo permitirán desde fuera? Ya tenemos la experiencia en Italia de un presidente europeo que incomodaba a los mercados y fue invitado gentilmente a abandonar el sillón. 


martes, 19 de febrero de 2013

Este país es una ruina

España es un enfermo en estado terminal. El Estado sufre un fallo multiorgánico que no deja títere con cabeza. Nuestro país es uno de esos edificios vetustos y monumentales, en los que el hedor de los sótanos hace muy difícil la vida diaria, en los que la inestabilidad de los cimientos hace peligrar su estructura. Si no confiamos en la monarquía, ni en el Gobierno, ni en la oposición, ni en la Justicia, ¿en quién creemos?
Torre España entre nubes

En este Blog de arquitectura hemos dedicado muchas líneas a la construcción de grandes edificios, pero nunca a su destrucción. El tema que nos ocupa hoy es precisamente éste, cuando esas grandiosas arquitecturas que tanto nos han impresionado, colapsan y caen. Nos ocurrió hace algunos años con las Torres gemelas de Nueva York, dos potentes edificios que simbolizaban el triunfo del capitalismo sobre todas las cosas. De un día para otro, un horrible atentado terrorista acabó con ellas.

El colapso de la estructura política de España es algo diferente. Más que un derrumbe repentino, es un proceso paulatino de deconstrucción que sigue el ejemplo de Ferrán Adriá. Un (mal) día dejamos de creer en la Justicia cuando nos enteramos de que el presidente del poder judicial se pegaba la vida padre a nuestra costa. Poco después nos enteramos de que el yerno rubísimo y guapísimo del Rey de España no era precisamente el marido que queríamos para nuestras hijas. Más desilusión sentimos cuando nos enteramos de que Juan Carlos era mejor suegro que rey. La desconfianza ciudadana se extendió como un cáncer de mama, desde el seno del Gobierno hacia el principal partido de la oposición, de ahí a los sindicatos y a la patronal de empresarios. En el día de hoy ya no se puede hablar de cáncer, lo que vive nuestro país es una auténtica metástasis.

Inauguración Exposición Iberoamericana 1929
No es la primera vez que esta casa de vecinos que es España se derrumba y vuelve a ser reconstruida. España tuvo unos felices años 20 en el pasado siglo XX que se parecieron mucho a nuestra década de los 90 e incluso la de 2000. El paralelismo entre ambas épocas es realmente asombroso. En los dos periodos Sevilla y Barcelona fueron sede de sendos eventos grandiososos destinados a hacer creer a la ciudadanía que se vivía una época dorada. Mientras había dinero, nadie se preocupaba por cuestionar un sistema político putrefacto. En el caso de los años 20, la dictadura de Primo de Rivera, en esta época más reciente, el bipartidismo resultante de la Transición.

Los españoles ya no creen en los partidos políticos. Tampoco confiamos en el sistema de las autonomías. Los hasta hace poco orgullosos juancarlistas se esconden debajo de las piedras. Si el edificio se derrumba, ¿dónde nos cobijamos los ciudadanos? Creo que los habitantes de esta casa ya nos hemos dado cuenta de que es necesario coger las herramientas y ponernos a trabajar en la reforma de nuestra vivienda. El problema es ¿qué tipo de edificio queremos construir? ¿Usaremos ladrillo o piedra? ¿Cuántas plantas queremos levantar?
Seamos sinceros, los ciudadanos de este país no tenemos mucha experiencia en esto de levantar arquitecturas políticas. La Transición no fue construida por el pueblo. Nuestra Constitución es una vivienda prefabricada que los políticos hicieron para nosotros y en la que hemos vivido con más o menos comodidad los últimos 30 años. Ha llegado la hora de ponernos el mono de faena y trabajar en la reconstrucción de nuestra casa. ¿Seremos capaces de crear un gran edificio donde todos vivamos cómodos?