martes, 19 de febrero de 2013

Este país es una ruina

España es un enfermo en estado terminal. El Estado sufre un fallo multiorgánico que no deja títere con cabeza. Nuestro país es uno de esos edificios vetustos y monumentales, en los que el hedor de los sótanos hace muy difícil la vida diaria, en los que la inestabilidad de los cimientos hace peligrar su estructura. Si no confiamos en la monarquía, ni en el Gobierno, ni en la oposición, ni en la Justicia, ¿en quién creemos?
Torre España entre nubes

En este Blog de arquitectura hemos dedicado muchas líneas a la construcción de grandes edificios, pero nunca a su destrucción. El tema que nos ocupa hoy es precisamente éste, cuando esas grandiosas arquitecturas que tanto nos han impresionado, colapsan y caen. Nos ocurrió hace algunos años con las Torres gemelas de Nueva York, dos potentes edificios que simbolizaban el triunfo del capitalismo sobre todas las cosas. De un día para otro, un horrible atentado terrorista acabó con ellas.

El colapso de la estructura política de España es algo diferente. Más que un derrumbe repentino, es un proceso paulatino de deconstrucción que sigue el ejemplo de Ferrán Adriá. Un (mal) día dejamos de creer en la Justicia cuando nos enteramos de que el presidente del poder judicial se pegaba la vida padre a nuestra costa. Poco después nos enteramos de que el yerno rubísimo y guapísimo del Rey de España no era precisamente el marido que queríamos para nuestras hijas. Más desilusión sentimos cuando nos enteramos de que Juan Carlos era mejor suegro que rey. La desconfianza ciudadana se extendió como un cáncer de mama, desde el seno del Gobierno hacia el principal partido de la oposición, de ahí a los sindicatos y a la patronal de empresarios. En el día de hoy ya no se puede hablar de cáncer, lo que vive nuestro país es una auténtica metástasis.

Inauguración Exposición Iberoamericana 1929
No es la primera vez que esta casa de vecinos que es España se derrumba y vuelve a ser reconstruida. España tuvo unos felices años 20 en el pasado siglo XX que se parecieron mucho a nuestra década de los 90 e incluso la de 2000. El paralelismo entre ambas épocas es realmente asombroso. En los dos periodos Sevilla y Barcelona fueron sede de sendos eventos grandiososos destinados a hacer creer a la ciudadanía que se vivía una época dorada. Mientras había dinero, nadie se preocupaba por cuestionar un sistema político putrefacto. En el caso de los años 20, la dictadura de Primo de Rivera, en esta época más reciente, el bipartidismo resultante de la Transición.

Los españoles ya no creen en los partidos políticos. Tampoco confiamos en el sistema de las autonomías. Los hasta hace poco orgullosos juancarlistas se esconden debajo de las piedras. Si el edificio se derrumba, ¿dónde nos cobijamos los ciudadanos? Creo que los habitantes de esta casa ya nos hemos dado cuenta de que es necesario coger las herramientas y ponernos a trabajar en la reforma de nuestra vivienda. El problema es ¿qué tipo de edificio queremos construir? ¿Usaremos ladrillo o piedra? ¿Cuántas plantas queremos levantar?
Seamos sinceros, los ciudadanos de este país no tenemos mucha experiencia en esto de levantar arquitecturas políticas. La Transición no fue construida por el pueblo. Nuestra Constitución es una vivienda prefabricada que los políticos hicieron para nosotros y en la que hemos vivido con más o menos comodidad los últimos 30 años. Ha llegado la hora de ponernos el mono de faena y trabajar en la reconstrucción de nuestra casa. ¿Seremos capaces de crear un gran edificio donde todos vivamos cómodos?

3 comentarios:

  1. Realmente estamos preparados para hacerlo o solo haremos una chapuza...

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  2. Gracias por vuestros comentarios Pablo y Ani. Quiero ser optimista y pesar que por una vez tomaremos las riendas de nuestro destino.

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