lunes, 25 de febrero de 2013

La soledad del poder

Se ha hablado mucho sobre la "erótica del poder", pero son pocos los que han reflexionado sobre su antónimo. ¿Están solos nuestros líderes? ¿Siente Rajoy la mirada inquisidora de sus compañeros de partido?  Cuando alguien es poderoso tiene dudas hasta de su sombra. Existe un momento en el que esa soledad es todavía más acusada. Ocurre un instante antes de que el árbol caiga. Todo el mundo da un paso atrás para que el batacazo no se los lleve por delante.

Aznar y Aguirre durante la votación para reelegir a Rajoy 
¿Se puede obligar a dimitir a un líder? La Historia nos regala numerosos ejemplos. En España, sin ir más lejos, Adolfo Suárez tuvo que renunciar después de que una fallida moción de censura presentada por los socialistas evidenciara la falta de apoyos en su propio partido. Hasta la todopoderosa Margaret Tatcher fue obligada a abandonar el número 10 de Downing Street después de que sus compañeros el partido conservador la presionaran. 
Mariano Rajoy sabe que tiene a los enemigos en casa. La verdadera oposición no es un partido socialista débil y quemado. Sus principales oponentes tienen despacho en Génova, 13. Ya se lo demostraron en 2008 en el Congreso de Valencia. Rajoy había perdido sus segundas elecciones frente a Zapatero.  Aznar, que cuatro años antes lo había nombrado sucesor, parecía dar muestras de arrepentimiento. Todos tenemos en  el recuerdo la entrada triunfal entre aplausos de José María Aznar en el plenario del Congreso y el gesto feo de negarle el saludo a su delfín. 
Pero Rajoy salió reforzado de Valencia, donde logró zafarse del aznarismo. Desde entonces puso en práctica una nueva manera de ejercer el poder: el liderazgo delegado. Rajoy no impone su voluntad de manera directa en ninguno de los ámbitos de su vida. Para controlar el partido tiene a Dolores de Cospedal. Para controlar el gobierno tiene a Soraya Sáenz de Santamaría. Son dos manos derechas que, según dicen las malas lenguas, no se llevan nada bien. 
Si alguien quisiera debilitar al presidente, sabe que para ello debe pasar por encima del cadáver de su Secretaria General. No es extraño, por tanto, que los papeles de Bárcenas hayan buscado poner en duda, no solo la credibilidad de líder del PP, sino también de su número 2. Y los recientes acontecimientos le han hecho mucho daño a la presidenta castellanomanchega. Los españoles estamos acostumbrados a tener un premier no muy dado a las apariciones públicas. Pero esa carencia venía compensada por una "superwoman" capaz de presidir una comunidad autónoma, ser secretaria general de un partido y comparecer cada día ante los medios de comunicación. Por eso no puede sino extrañarnos que en las últimas semanas Cospedal esté desaparecida
¿Concluirá Rajoy la legislatura? Aunque parezca difícil no es imposible. El presidente es un maestro en el arte de la espera. Los mayores éxitos de su trayectoria política se basan en la paciencia. Esa parece su estrategia en el momento actual. Absoluto silencio. ¿Funcionará? Los españoles estamos acostumbrados a dejar pasar, pero ¿lo permitirán desde fuera? Ya tenemos la experiencia en Italia de un presidente europeo que incomodaba a los mercados y fue invitado gentilmente a abandonar el sillón. 


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