viernes, 21 de junio de 2013

Cristina, María Antonieta y el asunto del collar

Cristina y María Antonieta comparten muchas cosas. Aunque a las dos les separan 200 años, ambas pertenecen (la segunda, por su marido) a la familia Borbón. Una dinastía que no ha aprendido una valiosa lección a lo largo de su Historia: el asunto más anecdótico, puede llevarte a la ruina. 


La infanta Cristina
La historia de Cristina, las fincas y el DNI, va camino de convertirse en el culebrón del verano, aún cuando éste todavía no ha comenzado. Sin duda, nadie puede resistirse a una opereta tan interesante.Más cuando se tiene un narrador de dicción tan sugerente como la del ministro Montoro. La de su tatatatarabuela María Antonieta (sí,  la de la guillotina) también tuvo todos los ingredientes de folletín enrevesado en el que vale la pena detenerse por unos instantes. 

Pongámonos en situación. Corría el año 1782 y unos prestigiosos joyeros parisinos no paraban de lamentarse por su mala suerte. Reinando Luis XV, el riquísimo monarca había encargado para su amante el más lujoso collar de diamantes que había existido nunca. Ya fue mala suerte que el rey se muriera y nunca pudiera recoger el encargo. Los joyeros se lo ofrecieron al sucesor del fallecido monarca, Luis XVI. Pero, a pesar de que a su mujer, María Antonieta, le encantaba el susodicho collar, consideraron que era demasiado caro (ya existía por entonces la austeridad) y no lo llegaron a comprar. 

María Antonieta de Francia
Una antepasada de Bárcenas, la condesa de Valois de la Motte, vió en este hecho un negocio  o timo, según se quiera llamar, seguro. Se plantó ante un cardenal que por entonces andaba enemistado con la reina y le dejó caer, así, como quien no quiere la cosa, que si el prelado le prestaba el dinero del collar a la reina, esta intrigaría para hacerlo primer ministro de Francia. La condesa, que aseguraba ser amiga íntima de María Antonieta, consiguió engañar al pobre cardenal, que le prestó el dinero con el que supuestamente obtendría el favor de la esposa de Luis XVI.. Cuando todo el asunto se descubrió, la Valois ya estaba muy lejos, en Inglaterra, con el collar. María Antonieta montó en cólera porque habían usado su nombre para consumar una estafa. Pero aireando el asunto solo consiguió desprestigiar su imagen ante el pueblo, que vio reflejados en estos acontecimientos las corruptelas e intrigas de la Corte de Versalles. En definitiva, todo este asunto, el del collar de la reina, fue considerado el detonante de lo que ocurriría solo siete años después, con el comienzo de la Revolución Francesa.
El collar de la reina

Si algo tendrían que haber aprendido los Borbones a lo largo de estos siglos, es que el acontecimiento más superficial, la anécdota más insignificante, puede desatar la tormenta. Juan Carlos pareció captar la idea cuando una inoportuna caída en África le retiró el favor popular. Los españoles en eso nos parecemos a los franceses de finales del XVIII. Podemos perdonar un yerno ladrón, un Jefe de Estado con cuentas en Suiza o un monarca que cobra comisiones por mediar en operaciones financieras. Pero no, lo de cazar elefantes con una princesa alemana, son palabras mayores. 
Pero el fenómeno parece haberse extendido a otras zonas del mundo. Los turcos se levantan contra su gobierno porque tratan de destruir un parque en Estambul. Los brasileños se tiran a la calle por la subida del precio del autobús. No es que el mundo este loco, el hecho es que la sociedad se despierta. Y, en estas etapas, las de cambio de ciclo, los acontecimientos más mínimos, la circustancia más anecdótica desata un huracán de consecuencias inesperadas. 
Un collar de diamantes provocó la caída del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea. ¿Cuál será la gota que colme el vaso en esta ocasión? ¿Qué  acontecimiento hará colapsar nuestro actual sistema para dar comienzo a una nueva etapa?

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