domingo, 2 de enero de 2011

Dualidades de año nuevo

Comienza un nuevo año y toca cambiar de agenda. Desde hace unos meses teníamos en el trabajo una nueva para ir anotando las tareas, reuniones y actividades que se iban cerrando. Hasta ahora esta agenda, la de mi trabajo, había sido la única. En ella apuntaba tanto mis asuntos laborales como los personales. Sin embargo, la semana pasada decidí comparme una moleskine roja para anotar las cosas que no tienen que ver con el trabajo. Así que, parece que tengo una doble agenda. Nunca había tenido la necesidad de tener dos, porque hasta ahora mi trabajo era una prolongación de mi vida... ¿Algo ha cambiado?
Los romanos tenían un Dios para el comienzo de año. Se llamaba Jano. De ahi lo de Jaunary, Enero, Gennaio, etc. Él tenía dos caras. Una que miraba hacia atrás, el año que acababa de concluir. Otra hacia el frente: los proyectos, las ilusiones, los sueños. Al igual que Jano miro hacia el futuro, pero no puedo evitar mirar hacia el pasado. Como él, estoy lleno de contradicciones.
Dejo atrás un 2010 que se ha convertido un año de dualidades. Un año en el que he tenido que hacer muchas cosas a la vez y en el que he tenido que estar en muchos sitios a un mismo tiempo. Compaginar estudios y trabajo,  trabajo con más trabajo, cenar con unos amigos y luego salir con otros. Buscar huecos imposibles para ver a la familia o para atender las tareas domésticas. Encontrar segundos más imposibles para desengañarme con el amor. Múltiples facetas que concurren en una misma persona, sí, la misma. Porque todas esas piezas componen mi yo y no siempre tienen que generar una confrontación.
Si bien es verdad que dentro de mi dualidad también hay contradicciones... No me gustas pero tonteo contigo. Si que me gustas, y por eso me peleo contigo. Esto no volverá a pasar, pero si que pasa. Ya no soy así, pero vuelvo a hacerlo. Busco otra cosa, pero hago lo contrario. Me quiero enamorar, pero me saboteo a mi mismo. Quiero conocerte, pero te pongo una barrera. Me quiero ir, pero me quedo. No lo aguanto más, pero no me queda más remedio. Dentro de un año no estaré aquí, pero en el fondo quiero quedarme. Quiero un cambio, pero no me muevo.
Un nuevo año siempre comienza con preguntas. ¿Dónde estaré el año que viene? ¿Encontraré lo que busco en estos doce meses? ¿Ocurrirá eso que quiero? ¿Quién estará a mi lado la próxima Nochevieja? El trascurso de esos 365 días nos puede sorprender más de lo que pensamos. En un año pueden cambiar mucho las cosas y encontrarnos en situaciones que no podíamos imaginar. Pero todos y cada uno de los momentos de este 2010 que se acabó, los malos, malísimos y los buenos, tenían que ocurrir. Son una pieza más de mi puzzle, una página más de mi calendario, una foto más en mi album.
Y todo lo que ocurra en este año estará plasmado en mis dos agendas. La del trabajo y la moleskine roja. Hemingway tenía una moleskine, y desde entonces estas libretas se han convertido en un símbolo para los periodistas. También pintores como Picasso o Matisse hacían sus apuntes en ella. Quizás la moleskine me sirva para reconciliar dos de mis facetas.
Comienzo 2011 con una doble agenda. Estudiante y trabajador, periodista y gestor cultural, fiestero y casero, enamoradizo y frío, promiscuo y monógamo, tradicional y vanguardista, conservador y progresista, solitario y sociable. En el 31 de Diciembre de 2011, junto a todas las preguntas con las que comienzo este año nuevo, apuntaré un deseo. En 2012, solo quiero tener una agenda. ¿Realmente quiero?

4 comentarios:

  1. Espero que consigas esas cosas que quieres en ese nuevo año que comience y que tengas muchas cosas que apuntar en tu nueva agenda y tiempo para disfrutarlo, sobre todo tiempo, que es de lo que andamos más escasos.

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  2. Me gustó.

    *Aún así, quizás la mirada dualista de Jano se complete al contemplarse a sí misma y descubrir que no son dos, sino más. Esférica, al fin.

    "Rebelión, conformismo, angustia, alimentos terrestres, todas las dicotomías: el Yin y el Yan, la contemplación o la Tatigkeit, avena arrollada o perdides faisandées, Lascaux o Mathieu, qué hamaca de palabras, qué dialéctica de bolsillo con tormentas en piyama y cataclismos de living room. El solo hecho de interrogarse sobre la posible elección vicia y enturbia lo elegible. Que sí, que no, que en ésta está... Parecería que una elección no puede ser dialéctica, que su planteo la empobrece, es decir la falsea, es decir la transforma en otra cosa. Entre el Yin y el Yan, ¿cuántos eones?. Del sí al no, ¿cuántos quizá? Todo es escritura, es decir fábula. ¿Pero de qué nos sirve la verdad que tranquiliza al propietario honesto? Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas. (...) el sí sin el no, o el no sin el sí, el día sin Manes, sin Ormuz o Arimán, de una vez por todas y en paz y basta." Rayuela. Capítulo 73.

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  3. Adri, creo que eres un experto conciliador en las todas facetas (en las que puedo opinar, claro, porque "promiscuo y monógamo" no puedo valorarlo!), estás donde y cuando tienes que estar. Yo siempre llevo la agenda personal, la del trabajo se queda en la oficina... Seguro que en la agenda de este año abundan más los eventos que marcas con emoticonos. Muchos besitos

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  4. Pablo, gracias e igualmente.
    Manuel. ¿Grandes sufisie qué es? A mi, háblame sensillo...
    Ana, te veo fiel seguidora de mi blog. Asi me gusta... Y gracias por lo de conciliador, me lo tomaré como un cumplido...

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