viernes, 24 de diciembre de 2010

Radiografía familiar

Se dice que los amigos se escogen y la familia te viene dada. En este sorteo que supone la vida es importante que te toque una buena familia e imposible que te toque una perfecta... En estos días de exceso que se acercan, todos tenemos hemos tenido alguna vez la sensación de habernos dado un "atracón" de momentos familiares. Al menos yo, estoy por un lado deseando que lleguen estos días que vivo con la ilusión de un niño. Me encanta ese momento en el que sales de casa una mañana de 24 de diciembre con tu maletita dispuesto a dormir esa noche en la cama en la que has pasado toda tu adolescencia. Bien es verdad que la magia no dura demasiado y a las pocas horas no soportas los chistes malos de tu padre o las discusiones con algún hermano. Pero esas son las pequeñas cosas que hacen especial la Navidad y hacen especial a tu familia.
Sonará a tópico pero yo me considero verdaderamente afortunado de tener la familia que me ha tocado. Somos muy independientes, cada uno tiene su pequeña parcela inviolable, privada y personal. Pero cualquier excusa es buena para compartir una comida, un rato, un alto en el camino en el fin de semana. Quizás hay aspectos de la vida de mis hermanos que desconozco y ellos de la mía, pero ese es el secreto de nuestra relación. Es la educación que nos han dado mis padres. Hacer de nosotros seres autónomos e independientes que pueden avanzar manteniendo el equilibrio como se puede por esa cuerda floja que es la vida. Pero si en algún momento caes ahi está la cama elástica, el colchón de tu familia. Y no tienes porque caer, también puedes pararte a descansar un momento. Descansar de ese equilibrio de funambulista imposible. Apoyarte para mirar atrás y compartir con ellos el gran avance que has experimentado desde que comenzaste tu camino.
Y es que mis padres son un eslabón fundamental de mi cadena. A veces pienso qué pasaría si ellos faltaran. A pesar de mi edad y mi independencia para ciertas cosas me sigo considerando un niño que necesita constantemente de la ayuda de sus padres. La sabiduría, la inteligencia emocional de mi madre, que siempre sabe qué es lo correcto, que tiene la palabra adecuada para cada ocasión. El carácter servicial de mi padre, siempre dispuesto a ayudar aunque sea protestando por ello, pero luchando como un león por sus hijos y rechazando todo lo que pueda hacerles daño.
La dulzura de mi hermana mayor, toda sensibilidad y toda serenidad. Las discusiones políticas con mi hermano y padrino, que aunque él no lo sepa me hacen reflexionar y mover un milímetro mi opinión (y creo que él también sabe que yo muevo otro milímetro la suya, con lo cual acabamos equilibrados). La complicidad intelectual con el que se ha encontrado en el centro de una familia, ni de los mayores, ni de los pequeños, y ha sabido desenvolverse con ese rol. El mismo humor, la misma apariencia, la misma independencia. La complicidad emocional con el que me precede, que parece compensar todas las peleas de nuestra adolescencia, que establece un vínculo muy especial entre los dos.
Y todas esas personas que han ido llegando poco a poco a nuestra familia, los que vienen de camino y los que se fueron... A los que se fueron siempre os recordaremos, con especial cariño, recordando siempre lo bueno, pero también lo malo, porque eso os hace humanos y más cercanos.
En fin, a todos vosotros Feliz Navidad.

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