lunes, 23 de agosto de 2010

Dime con quién andas...


¿Definen a una persona sus compañías? ¿Alguien con malas compañías es una mala persona? ¿Se puede ser un auténtico hijo de puta y tener buenos amigos? La amistad es de las poquitas cosas que en esta vida podemos elegir. La familia, al igual que otras muchas cosas, sigue el caprichoso mandato de la genética. Pero los amigos son nuestra gran decisión vital. Ya desde pequeñitos al escoger nuestra compañía en los juegos infantiles no sabemos que estamos afrontando uno de los momentos más importantes de nuestra vida: la elección de nuestros amigos. En ese instante no eres consciente de ello, pero a medida que pasan los años te das cuenta de lo compleja que es esa decisión. Estas últimas semanas observando a mis sobrinos pequeños me ha venido a la mente lo facil que era hacer amigos cuando uno era un niño... Bastaba con plantarte en "modo observante" en un discreto lateral del parque o de la playa y siempre había alguien que dirigía su mirada hacia ti y te hacía la pregunta mágica: ¿quieres jugar con nosotros? A los cinco minutos ya erais inseparables, aunque un minuto después podíais tiraros los trastos a la cabeza... Probablemente no volverías a ver esos niños nunca pero durante unos minutos habían compartido contigo algo muy especial: ¿amistad? Pasados los años el proceso se vuelve un poco más complejo. A los hechos me remito... Puede pasar un verano entero viendo a las mismas personas cada fin de semana, que ellos sepan todo sobre tu vida y tú sobre las suyas, pero no dirigiros la palabra. ¿Os suena esa historia, chicos? Y es porque cuando nos hacemos mayores nos volvemos un poco más gilipollas, nos asaltan pudores absurdos y perdemos la inocencia de la infancia. Pero bueno, aunque el proceso sea algo más complejo una vez te haces adulto, al final, no sabes como, estás rodeado de amigos. Ahora bien, la pregunta es ¿elegimos a nuestros amigos con libertad o lo hacemos obligados por las circustancias? Imagino que la respuesta a esto es un fifty fifty... Hay personas con las que conectas mucho pero el propio devenir de la vida te hace perder el contacto y, por comodidad, más bien por vagancia,quedan atrás en el camino... E imagino que también hay otras personas que en un momento circustancial se convierten en tus amigos por compartir algo eventual, por coincidir en determinadas circustancias. Porque ser amigos es eso, compartir algo. Y cuando compartes poco importa la diferencia de edad, la distinta ideología política o un modo de vida que poco se parece al tuyo. ¿Es importante compartirlo todo? Aqui encontramos otra diferencia (afotunada) con la infancia... Cuando eres niño tienes a tu "amigo-clon" también conocido como "amigo-lapa" (este fenómeno es especialmente recurrente en el género femenino) con el que compartes absolutamente todo: tiempo, aficiones, ropa... Hay adultos que perpetuan este modelo de amistad hasta edades insanas. Pero aqui está una de las ventajas (hay poquitas, pero las hay) del maravilloso mundo de los adultos: NO TIENES QUE SER UNA FOTOCOPIA DE TUS AMIGOS. Existe una cosa, llamada personalidad, que para fortuna de todos, se desarrolla de manera distinta en cada adulto. De hecho, llega un momento en en el que te preguntas que era lo que te unía a ese amigo que con tu edad ya es padre mientras que tú en la labor de cuidar a un ser vivo aun no has traspasado la barrera de mantener a una planta viva... También puedes tener amigos que te miran raro cuando les dices que tu recuerdas perfectamente cuando solo había dos cadenas de televisión y a los que les sacas unos cuantos años... ¿Cual de los dos es mi sitio? Probablemente ninguno de los dos, aunque me sienta agusto en ambos. El caso es que ambos son mis amigos porque comparto algo con ellos, no todo. Esa pequeña parcela que compartimos nos hace felices a los dos y por eso hemos firmado un contrato invisible, temporal o indefinido, eso nunca se sabe, sin ánimo de lucro por ambas partes y que solo nos reporta un beneficio: hacernos mejores personas. Porque la amistad solo tiene ese condicionante, que te ayude a ser cada día un poco mejor. Si no lo hace estamos hablando de otra cosa, eso no es amistad.

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